Érathis

lunes, 4 de octubre de 2010

No soporto más este trabajo...pero

Estoy seguro que la frase que titula este artículo, ha dado vueltas por su cabeza, en más de una oportunidad. ¿Quién no se ha levantado con ganas de renunciar a su trabajo?... y decir simplemente: ¡No aguanto más! !No soporto el abuso y la falta de reconocimiento de la empresa, la indiferencia de mi jefe! ¡Que no me pidan camiseta, primero que se la pongan ellos!

Tal como lo comentaba en el artículo anterior, "Cuando el trabajo se convierte en una prisión", las personas caen en un proceso de "Despido Interior" como lo llama Lotfi EL- Ghandouri, dejan que el tiempo transcurra, sin intentar detener el deterioro que llevan internamente. En una ocasión me sucedió algo similar, trabajaba como supervisor en una planta de producción, era uno de mis primeros trabajos. Me ilusionaba la idea de tener personas bajo mi cargo, de poner en práctica mis conocimientos y aprender todo lo que pudiera. Lamentablemente, tras un inicio motivador, por el buen sueldo que recibía, empecé a sentir que éste no era suficiente para tener que soportar situaciones injustas de abuso de poder.

Cada día que transcurría se hacía más difícil levantarme... del entusiasmo que tenía al inicio, ya no quedaba mucho. Me molestaba ver a los gerentes, unos más incompetentes que los otros, capaces de perjudicar a otra persona, por salvar su "pellejo". El director de la empresa, parecia que disfrutaba ver pelear al gerente de ventas con el de producción, por citar alguno de los casos. Tras una serie de situaciones de ese tipo, lo único que me motivaba era verme lejos de esa empresa. No había día que no pasara por mi cabeza la idea de renunciar, sin embargo los días transcurrían y cuando estaba a punto de hacerlo, ponía el freno, justificándome yo mismo, inventando mil y un razones para no dar ese difícil paso..., ese salto al vacío, que nos provoca temor y nos anuda la garganta.

Hasta que llegó ese día... recuerdo que me levanté muy temprano y lo primero que pensé fue "hasta aquí llegué... no más maltrato, basta de refugiarme en mil excusas... ¡se acabó! llegué a la empresa, con una felicidad camuflada a sabiendas que este sería mi último día y así fue renuncié sin pensar en el precipicio que tenía en frente. Uno de mis compañeros me dijo una frase que no he podido olvidar: "Te felicito por ese coraje que has tenido en ponerle punto final a esto". Me encontré con esa persona después de muchos años, me comentó que se arrepentía de haber permanecido tanto tiempo, en dicha empresa, para que al final fuera despedido sin pena ni gloria.

Tomar una decisión de ese tipo no es tarea fácil lo sabemos, no obstante puedo afirmar que fue una de las mejores decisiones de mi vida. Fue como arrojar al precipicio "la vaca" de Camilo Cruz. Luego de esa experiencia de la cual aprendí mucho, fui encontrando el camino, siempre con obstáculos por supuesto, pero la vida está llena de ellos. Diría que la luz se fue haciendo más visible, a medida que dejé de enfocarme en las cosas externas y empecé un proceso que lo llamaría el "Reencuentro interior", en el que he ido rescatando muchos aspectos que no conocía en mi mismo, aun sigo sorprendiéndome de los resultados que consigo cuando aflora en mi esa pasión... ese amor por mi trabajo. No me cansaré de decirle a las personas a las que tengo ocasión de compartir, que se miren interiormente, que escuchen a su corazón, que la vida no se acaba por dejar un empleo de muchos dólares. Todos tenemos una misión en la vida, solo es cuestión de perseverar hasta identificarla y de ahí no parar hasta alcanzar la visión que nos hemos propuesto. Cuando digamos "No soporto más este trabajo" deseo que ese"pero" lo reemplacen por... "me merezco algo mejor"

Hasta la próxima!

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